Adiós
"... El viento me ordena dejaros.
Aunque tengo menos prisa que el viento, debo irme.
Nosotros, los errantes que buscamos siempre el camino más solitario, no empezamos un día donde henos concluido el anterior, ni hay aurora que nos encuentre donde nos dejó el crepúsculo.
Porque incluso mientras la tierra duerme, viajamos.
Somos semillas de una planta tenaz, y en nuestra madurez y plenitud de corazón nos entregamos al viento y nos diseminamos.
Breves fueron mis días entre vosotros, más breves aún las palabras que os dije.
Mas si mi voz muere en vuestros oídos y mi recuerdo se desvanece en vuestra memoria, entonces volveré.
Y con el corazón más lleno, y unos labios más obedientes al espíritu, volveré a hablaros.
Sí, volveré con la marea.
(...)
Me voy con el viento,..., mas no hacia el vacío.
Y si este día no llena plenamente vuestras necesidades y mi amor, entonces permitid que sea una promesa hasta que ese día llegue.
Cambian las necesidades del hombre, más no su amor, ni tampoco su deseo de que este amor satisfaga sus necesidades.
Sabed, pues, que volveré del silencio.
La niebla que al amanecer se disipa dejando solo rocío en los campos, se alza y se convierte en nube para volver a caer en lluvia convertida.
Y yo no he sido diferente de la niebla.
En la quietud de la noche caminé por vuestras calles, y mi espíritu penetró en vuestras casas.
Y los latidos de vuestro corazón sonaron en mi corazón, y vuestro aliento lo sentí en mi rostro, y a todos os conocí.
Sí, conocí vuestras alegrías y vuestros dolores, y cuando dormíais, vuestros sueños florecían en mis sueños.
Y entre vosotros estuve muchas veces como un lago entre las montañas.
(...)
Adiós a vosotros y a la juventud que con vosotros pasé.
Ayer mismo nos encontramos en un sueño.
Habéis alegrado con vuestros cantos mi soledad, y de vuestros anhelos yo he erigido una torre en el cielo.
Pero ahora nuestro sueño se ha disipado, y, concluido nuestro soñar, estamos en el alba.
El mediodía está sobre nosotros, y nuestro ensueño ya es día pleno.
Debemos partir.
Si en el crepúsculo de la memoria volvemos a encontrarnos, hablaremos de nuevo, y una vez más me cantaréis vuestra canción más profunda.
Y si nuestras manos volvieran a encontrarse en otro sueño, volveremos a elevar otra torre hacia el cielo".
Khalil Gibran (1883-1931)
Poeta, pintor, novelista, ensayista.
El profeta (1923)